Detrás del vaho blanco está el orden, la invitación o el ruego,
cada uno encendiendo sus señales,
centelleando a lo lejos con las joyas de la tentación o el rayo del peligro.
Era una gran ventaja trocar un sorbo hirviente por un reino,
por una pluma azul, por la belleza, por una historia llena de luciérnagas.
Pero la niña terca no quiere traficar con su horrible alimento:
rechaza los sobornos del potaje apretando los dientes.
Desde el fondo del plato asciende en remolinos oscuros la condena:
se quedará sin fiesta, sin amor, sin abrigo,
y sola en lo más negro de algún bosque invernal donde aúllan los lobos
y donde no es posible encontrar la salida.
Ahora que no hay nadie,
pienso que las cucharas quizás se hicieron remos para llegar muy lejos.
Se llevaron a todos, tal vez, uno por uno,
hasta el último invierno, hasta la otra orilla.
Acaso estén reunidos viendo a la solitaria comensal del olvido,
la que traga este fuego,
esta sopa de arena, esta sopa de abrojos, esta sopa de hormigas,
nada más que por puro acatamiento,
para que cada sorbo la proteja con los rigores de la penitencia,
como si fuera tiempo todavía,
como si atrás del humo estuviera la orden, la invitación, el ruego.
***
Olga Orozco (1920-1999, Argentina). Era hija de un siciliano y una pampeña. Empezó a escribir poesía desde muy joven y fue una de las integrantes del grupo literario surrealista Tercera Vanguardia, al cual pertenecía asimismo Oliverio Girondo.
Colaboró en la revista Canto que dirigía su primer esposo el poeta Miguel Ángel Gómez y reunía a la llamada Generación del 40. En Canto aparecieron publicados sus primeros poemas. También colaboró en la Radio Municipal y Radio Splendid. En los años sesenta fue redactora en la revista Claudia y organizó el horóscopo del diario Clarín durante los años 1968 y 1974.
Formó parte de la generación «Tercera Vanguardia» de marcada tendencia surrealista. Olga tuvo la oportunidad de viajar por países de América y Europa y conectó con sus lectores gracias a los recitales poéticos que ofrecía en los cuales se añadía su seductora personalidad.
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