He cambiado el bolígrafo por la aguja. He empezado a bordar a mano. Llevo unos cinco meses en ello, así que soy una novata en el arte de contar historias y crear imágenes a través de los hilos, de transformar una materia textil - como lo indica la primera acepción del verbo hilar - en la representación de mis ideas, de bordar palabras y pensamientos con sutileza a partir de la repetición. Meter la aguja, extender el hilo, sacar la aguja, meter la aguja, extender el hilo, sacar la aguja. Una y otra vez. Entramar. Cada puntada se queda también en la memoria gracias a esa repetición, y así también se hace memoria al bordar (interna y externamente), puesto que es una expresión identitaria, social y cultural. Históricamente, el bordado existe antes que la pintura de caballete y fue el primer medio para reproducir objetos naturales en color. Se pueden conocer los acontecimientos pasados de algunos pueblos a través de su bordado, de la imprenta que dejaban sobre las batallas, sobre sus héroes, conquistas, vida social,etc. Muchos de estos bordados fueron hechos por legiones de mujeres que, con sus dedos como en un baile, iban armando la memoria de sus días.
Anota Jazmina Barrera en su novela Punto de cruz: “ La etimología del verbo bordar tiene una raíz indoeuropea (bhar) que significa punta, aguja, que la emparenta con la palabra fastus del latín, que dio fastuoso y fastidio. Bordado y bordar vendrían después del francés antiguo bord, que significa “lado de la nave”. Ahí se relaciona con la palabra borde, porque el bordado se usaba para decorar el borde de la tela. " De allí también la palabra bordear. Cuando inicié mi primer bordado me sentía así, al borde, como cruzando una frontera (border en inglés); de igual manera, bordeaba las situaciones y circunstancias que me habían traído a este momento, iba haciendo memoria del trauma, iba exorcisando el miedo y la ansiedad, igual que lo hago cuando escribo. “Quien escribe, teje.”, dice Eduardo Galeano en Tejidos, y continúa: “Texto proviene del latín, textum que significa "trama, tejido". Con hilos de palabras vamos diciendo, con hilos de tiempo vamos viviendo. Los textos son, como nosotros, tejidos que andan.” Tejemos, trenzamos, entrelazamos hilos y palabras, hilamos nuestras ideas y creamos una urdimbre cuya trama todo lo abarca: la lengua, la vida, el cosmos. Texto y textura.
Aparte de textos académicos y didácticos, no he escrito mucho en los últimos meses. Algo nuevo en poesía, quiero decir. No me da el alma (literalmente) para producir más allá de un par de líneas o versos desconectados. Me he dedicado, en cambio, a corregir poemas anteriores, a releer y reescribir, que es también una manera de crear ese tejido a partir del reposo y la calma de la reescritura, urdiendo el texto para que, al final, sea. Bordar me pone en un estado casi que meditativo, algo diferente al estado algunas veces acelerado y análitico en el que escribo. Solo puedo - tengo ganas de- bordar flores o textos literarios, mis conexiones vitales. Solo puedo escribir poemas o líneas como flores sueltas. Y está bien.
Hoy en día, el bordado es un acto feminista, reivindicativo, artístico y vital. Para mí está siendo una manera de curar, de reconciliarme con el mundo y conmigo misma. Una manera de darme sosiego. Un paso para volver al tejido de palabras a través de la contemplación y para hacer memoria de mis días.